Oriundos de la lluvia: Llovizna

A mediados de este mes de Marzo unas fuertes lluvias azotaron mi ciudad y mi país. Estos diluvios afectó de muchas maneras este territorio, lamentablemente muchas personas sufrieron daños por los fuertes vientos y las tormentas eléctricas constantes. De todos modos la lluvia encuentra varias facetas y un gran cauce de inspiración para nosotros los escritores. "Oriundos de la lluvia" son una serie de poemas que funcionan de forma aislada pero buscan retratar un paisaje de diluvios, tormentas y sus muchas facetas. También esta serie de poemas representa mi propia evolución, pues son obras que guardan cierto tiempo entre ellas. 


"Llovizna" es la cara más suave de los diluvios, aquella apaciguada y hasta tierna. Es, en general, un poema más lento y calmado, que guarda entre sus versos una melancolía gris, propia de la lluvia, a la que uno se opone, eligiendo el disfrute de la faceta más bella de la lluvia, a mi opinión. Los días de lluvia calma a veces son pasados por alto, y los pensamos como una molestia menor que afecta levemente el transcurso de la rutina. Sin embargo, si logramos verla desde un lugar que no afecte demasiado, encontramos un paisaje monocromático, pero hermoso. Este es, sin más, el poema de la llovizna.

Oriundos de la lluvia:

Llovizna

Hay una ternura en la caricia de las gotas
y los lunares cristalinos que mojan en la piel,
sobre el paisaje hay una lamina en movimiento
de finas líneas que caen insonoras
y van pintando un espejo en las calles.

 


Hay un aliento ahogado que viaja torpemente
y guarda en su esencia el colorido céfiro del verano,
sobre este día gris con olor a tierra mojada,
sobre esta lluvia mansa con sonido a paz
Y el reflejo de los charcos nos habla de nosotros,
y del apuro que estancamos sobre ellos
¿pudiera darse cuenta esta ciudad cansada
de este amor de llanto suave?

 

Es la vida la que sigue, y la gente camina,
los niños juegan, las casas aguardan
y se inundan los paladares de té y café.


Hay un sentimiento de abandono
como si los buenos días hayan pasado.

 

Me resigno,
si cuando el firmamento de puro celeste
aparte su velo de nubes
el patio se vestirá de verde
y una flor con su aroma escribirá:
"No llegará el dulzor de diciembre
si no amamos la lluvia de marzo"

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