¡Adelanto de mi libro "Poemas de cielo y carne"!
¡Hola!
Fue un día de agosto de 2021 aquel que marcó un pequeño precedente en mí, aquel en donde iría acercándome a la poesía a partir del curso de literatura de mi liceo. Empezábamos a estudiar el poema “Epitalamio bárbaro” de Rubén Darío. Días después, abrí la aplicación de notas de mi celular y empecé a escribir mis primeros poemas, cosa humilde, de rima pobre y torpemente enrevesado, pero fueron mis primeras poesías, al fin y al cabo.
Fue pasando el tiempo y madurando mi estilo, había empezado a desligarme de la rima que, más que ser un elemento, fue una limitación. Un verano de 2021 sin componer me mantuvo lejos de entender mi pasión, hasta el año próximo. Descubrí con sumo amor, de la mano de mis amigos, la dulzura de compartir el arte, y reencontré mi propio lápiz.
Desde ahí no he dejado de escribir, cada etapa de mi vida la he dejado en algún verso, y mi alma le sugería a mis manos más poemas de los que pude escribir. Amor, muerte, vida, calma, odio, lluvia, tierra, carne, cielo. He escrito acerca de muchas cosas, he reincorporado la rima, he acariciado levemente las métricas, pero nunca me he despegado del cantar de mi vida, de mi alma observadora, de la palpitación de mi ser.
Así, desde 2021 a 2024, le he dado forma (al principio sin saberlo) al que sería mi libro, “Poemas de cielo y carne”, cuyo concepto en un primer momento no nace tanto de una dirección premeditada, sino más bien de una conmoción general y casi inconsciente de las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, cosa que se ha reflejado en mis poemas desde un principio. Al principio no existía título, ni portada, ni dirección consciente, ni forma de materializarlo más allá de un sueño y un documento de texto.
Pero fue refinándose, fui encontrando las direcciones y la forma de hacerlo definitivamente. Así fue como hice la portada:
Esta es la portada oficial de mi libro, la representación del humano de papel es, hasta cierto punto, un autorretrato, un ser desgarrado por lo divino del universo. En una de mis lecturas recientes (que ya se ha vuelto una de mis favoritas), “Narciso y Goldmundo” de Herman Hesse, Goldmundo, artista, le dice a su compañero:
“(...) esta figura me ha salido bien. Pero escucha, Narciso. Para que saliera bien necesité echar mano de toda mi juventud, de mi vida errante, de mis amores y conquistas...·”
Este pasaje me encanta, en él siento al arte como un explorador del alma, de su pozo saca una inspiración en la que nada es vano durante la creación artística. Así, al igual que Goldmundo, siento que para hacer este libro me hizo falta todo lo vivido, me hizo falta cada trazo en mi piel de papel.
Tal como había contado, el libro tiene un poco más de 30 composiciones, y corresponden a un periodo entre agosto de 2021 y abril de 2024. En el conteo de cuántos poemas hay según cada año resulta que: 4 poemas son de 2021, 16 son de 2022, 11 de 2023 y 4 del corriente 2024.
Para presentar un poema del libro como adelanto he dudado bastante. ¿Qué poema podría representar una obra cuyos poemas corresponden a periodos tan alejados de tiempo? Como respuesta, me decanté por el poema que le da nombre al libro, al menos en su mitad. Con ustedes, “Poema de carne”
Poema de carne
Poemas de carne y todo el cielo posando.
En una ventana de luz con pasarela de media tarde,
a este momento me trajeron las mareas de la vida,
las plumas de mis sábanas me mantienen a flote.
Las tardes de domingo son extrañas,
a veces parece que en este mar mis enredaderas
me hunden en una fosa de nubes pensadoras,
y cada nube es otro mundo.
Nunca escapo de lo profundo,
nunca escapo de las nubes ni sus galaxias,
y quizás es mi condena pernoctar aquí,
aunque puedo vivir con eso.
El espadón y los trazos sonríen.
La fosa hoy se ha engalanado de flores
hoy.
A veces hay ciénagas
otras veces islas.
Aquí estoy, aquí está mi piel,
sobre el regazo del horizonte prófugo
aunque ahora ya no me importa donde esté.
Me adentro en lo que sé
y no sé mucho, pero si siento,
siento los colores, el blanco y el negro;
siento los perfumes, la niña y el lirio;
siento las alas, las sábanas y los cielos;
siento las luces, el mundo y mi ventana.
Siento que vivo, la carne respira y el alma se hamaca.
La fosa se convirtió en una playa
oscurecida por la noche, vigilaba la Luna,
y mis piernas como dos columnas
caminan por la arena del tiempo.
Voy encontrando caracolas coloridas,
una me hablaba de bailes infantiles
con los que fueron compañeritos,
otras me hablaban de delantales verdes,
más verdes de lo que recordaba.
Luego vestí de blanco, recordé al caminar un poco,
no sé cuántos botoncitos juntos
y una sonrisa por sentirme grande,
amiguitos, música y trencitas.
Los pasos nunca desistieron y de nuevo
me vi en la arena,
me vi jugando con mis amigos,
me vi en aquellas partes de mí que se fueron con ellos.
Me vi agotando suspiros adoloridos
adoloridos pero necesarios.
Me vi aprendiendo de cada árbol que crucé,
me vi abrazado por tres pares de brazos amoroso,
tres abrazos, el sentimiento del hogar.
Me vi tanto y
me vi ayer.
Ayer bailaba un día frío pero mi sonrisa era cálida
y su sonrisa también,
la sonrisa de quienes hoy están en mi barca, y
viéndome, nunca me quité el delantal verde,
ni la túnica blanca, ni la trenza, ni el amor,
ni la sonrisa de mi alma,
una sonrisa que hoy debo a ellos,
mi hogar, mis amigos, mi compañía,
mis fracciones del alma,
porque sé cuánto les debo.
La fosa no es una condena.
Poema de carne y todo el cielo posando,
me detuve, pero mañana daré un paso más.
Me di vuelta y noté que de la isla no me he ido,
vi la luna tan alta y entendí que
ahí es donde estaba acostado
Es aquí cuando empiezo a agradecer. Normalmente los agradecimientos ocurren en palabras tan grandes y globales como “amigos”, “familia”, “compañeros”. Pero, aunque no salga de la excepción, estas palabras refieren desde a mis primos, mis amigos más cercanos, hasta a vos, lector. A todos quienes forman parte de mi vida, gracias. Gracias a todos mis profesores, quienes me mostraron el camino que quiero seguir. Gracias a quienes en algún momento leyeron un poema mío, quienes abrieron su ser para dejarse llevar por mis letras. A todos, gracias.
El libro estará disponible en físico en poco tiempo, y podrán adquirirlo a un precio de 300 pesos uruguayos. Cuando cumpla la mayoría de edad, el año que viene, el libro estará disponible en versión digital.
Por ahora, espero que puedan disfrutar de este sueño hecho realidad. Un sueño que recién comienza.
Muchas gracias a todos.
- Ignacio Burguez Pérez
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